(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

martes, 3 de junio de 2008

Alienados o habituados (edición postergada)

Este es un escrito que por razones que no recuerdo quedó como borrador e incompleto, tampoco me acuerdo porqué su edición fue omitida, aunque el tema pudiera ser intrascendente hoy restituyo su valor y lo publico.

Tres hechos inusuales ocurridos en nuestra ciudad (Lima) en el lapso de 24 horas durante la pasada semana han puesto "sobre el tapete" la dependencia e importancia que generan y tienen respectivamente en una urbe la falta de servicios básicos, la energía eléctrica (uno de ellos) brinda imprescindibles comodidades y beneficios pero también algunos imperceptibles aspectos negativos que solo pude apreciar al interrumpirse este servicio.

Jueves 3 de Abril, 6.30 pm, repentino apagón en todo Santa Clara (donde vivo), sorpresa y apuro para buscar linternas y velas, ante el silencio y oscuridad salimos a caminar, comprar pan, algunas velas así como observar la localidad en completa oscuridad, luego esperar y esperar hasta la reposición del servicio, recién después de aproximadamente tres horas vuelve la energía eléctrica y todo regresa a la normalidad.

Viernes 4 de Abril, 9.00 am, al pasar una Pc al dormitorio de mi hija desconecté la linea que nos enlaza a Internet, un involuntario error que nos dejó sin servicio durante varias horas, apenas resuelto el problema nuevamente todo en calma y orden.

Viernes 4 de Abril, 9.00 pm, con mis dos menores hijos fuimos a comer pollo a la brasa "Donde Walter" (restaurante de ese nombre en Sta. Clara), a media cena un corto apagón de unos diez minutos sorprende y confunde de sobremanera al personal a cargo de la atención, alboroto y preocupación hasta que regresa la energía, recién en ese momento volvieron a respirar con tranquilidad.

A causa de la total penumbra propiciada por el primer suceso la familia se reunió alrededor de una mesa, agrupados en la cocina frente a una encendida vela iniciamos una entusiasta conversación, hablamos sobre asuntos personales o familiares y resolvimos varios puntos pendientes, todos participaron de manera franca y activa. Como que la oscuridad y silencio general nos acercó, fue el agente que impulso una actitud extrovertida en todos, fomentó la exposición de problemas, inquietudes o dudas, ideas y pensamientos. Tocamos temas que generalmente los chicos mantienen con cierta reserva o discuten solo con uno de nosotros (sus padres) y en privado, al día siguiente la falta de Internet también propicio nutridas conversaciones. Estos singulares hechos llamaron poderosamente mi atención, analizando llego a suponer que el temor a la oscuridad o la insignificancia del individuo urbano ante la falta de un servicio básico lo vuelve vulnerable y esta vez la conversación fue un subliminal mecanismo de unión y protección, una fórmula para superar temores y no sentirse desamparado.

La reflexión que aflora en mi mente me lleva hacia una evaluación de la cultura occidental, su tendencia individualista y definido objetivo de acopiar bienes materiales promueve un individuo de espíritu solitario, con una gran dependencia y (lamentablemente) amoral, las ventajas tecnológicas utilizadas bajo las premisas de occidente aportan mucho en ese sentido. Si comparamos con otras culturas como la oriental queda claro que estamos en desventaja, sus tradiciones y costumbres difieren de las nuestras, la solidaridad y sentido social tienen ancestrales fundamentos y se respetan con rigor. Los occidentales mas bien denigran y hasta ignoran esos conceptos, en mi modesto parecer así se alienta un proceso de auto destrucción; además quienes operen y/o manejen estos servicios o aditamentos de tecnología podrán regir, manipular y dominar sin problema a sociedades con nuestras costumbres. Mal pronostico, verdad.

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