(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

viernes, 12 de setiembre de 2008

Recuerdos de la pubertad

Siendo escolares entre 1959 y 1963 con muchos compañeros mas participamos en sucesivos viajes organizados por el colegio, esas experiencias nos permitieron conocer gran parte del país, empezar a crecer como personas así como ayudar a forjar nuestra identidad. Cuando cursábamos cuarto de primaria un joven sacerdote francés llega de su país al colegio, queda a cargo de nuestra promoción y nos acompaña hasta quinto de media, aún como ex alumnos él mantiene una fructífera relación y contacto con muchos de nosotros, hoy, ya fallecido, continúa siendo guía espiritual de varios. El afán de conocer la gran diversidad del Perú junto al innato espíritu aventurero de este clérigo le llevo a organizar en cada vacación de Julio viajes a distintos lugares del país, así conocimos por el sur hasta Tacna, Cuzco o Puno, la sierra central de Ancash o el norte hasta Tumbes, en el oriente Huánuco, Pucallpa e Iquitos.

Recorrimos ríos de nuestra amazonia en barco de vapor, volamos en aviones Douglas DC3 o los modernísimos DC4, transitamos precarias carreteras de penetración en pequeños buses interprovinciales o circulamos por la impecable carretera Panamericana que va por toda la costa peruana; conocimos grandes y pequeñas ciudades, numerosas ruinas arqueológicas, imponentes cadenas de montañas o el extenso litoral; misteriosos bosques amazónicos, las principales rutas ferroviarias y distintas costumbres regionales; la diversidad, grandeza de nuestro país, sus comidas, personas o actividades.

La comodidad no era prioridad, debimos soportar (disfrutar) chivos u ovejas en pasadizo central de ómnibus en la sierra; diarias raciones de arroz con frejoles (desayuno, almuerzo y comida) en la ruta de cuatro días en barco entre Pucallpa e Iquitos; el intenso frio en via de ferrocarril de Cuzco hacia Arequipa o el lacerante calor, abundancia de insectos y/o escasa higiene de establecimientos de alojamiento en las rutas de la selva. A pesar de estas dificultades lo que guardo, queda en mi mente, son gratos recuerdos de momentos, lugares o enseñanzas recibidas, vivencias imborrables que atesoro con gratitud, también hubo anecdotas desagradables, hoy recuerdos graciosos, la terrible experiencia en el restaurant Espada de Máncora cuando el viejo Fasson, su propietario, nos sugirió (obligó) comer ostras al limón, tengo presente el momento, todos los chicos sentados alrededor de una gran mesa rectangular, el dueño repartiendo, uno a uno, el apetecible (no en ese momento) músculo del, hasta hoy, abundante bivalvo.

Vinieron a mi mente estos recuerdo luego de conversación familiar durante el almuerzo, los chicos, hoy con la misma edad de cuando realicé estos viajes plantearon la posibilidad de viajar para conocer distintos lugares del pais, esta charla me hizo ver cuan importante resulto participar de esos viajes, conocer importantes lugares de la patria, ver frontalmente la pobreza y abandono que había (y hay) fuera de la capital; me hice la promesa de cumplir sus anhelos u objetivos, brindarles a la brevedad uno o mas viajes al interior para que puedan conocer y comprender mejor a su país, consolidar mas el núcleo familiar y sobre todo, aportar en el desarrollo personal de los ahora púberes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Conocer nuestro país 'in situ' es algo invalorable. Recuerdo mi infancia acompañando a mi padre y abuelita en el asiento minero de Atacocha, en el departamento de Cerro de Pasco, tenía alrededor de 5 a 6 años y las vivencias ahí recogidas son inolvidables, sobre todo porque es otra realidad y otras experiencias.

Cada vez que podemos nos damos alguna escapadita al interior del país.

Espero se consoliden esos viajes que tienes en mente y lo disfruten al máximo.

Cómo te va ahora con el tema de las ostras? :)

Carlos Caillaux dijo...

Lo importante es que no solo quede en promesa o intención y, es algo que debo cumplir.

Soy un comensal con gran tendencia hacia productos marinos pero debo ser sincero en decir que ni una vez mas degusté ostras, no las busco y cuando me cruzo con ellas ignoro (inconscientemente??) su presencia, de cualquier manera llegará el día que las tenga frente a mí en la mesa y devore algunas.

Susana Peiró dijo...

Carlos:

Mientras te leía, pensaba que sigue siendo una asignatura pendiente para mí, conocer Perú.
Y de veras, encuentro muy atractivo el turismo aventura, donde hay que convivir con lo que hay, en beneficio del viaje y la experiencia fascinante.

Respecto de las ostras, no, no te perdono que aún en la actualidad, prescindas de este plato...son mis preferidas, sobre todo al limón!!!

Por mi ubicación geográfica, tengo que acudir al país vecino de Chile para disfrutar -muy de tanto en tanto, finalmente son 350 km que sortear- de este exquisito fruto de mar.

Te dejo un abrazo!

Carlos Caillaux dijo...

Susana, el día que pienses venir por estos lares contáctanos, en lo posible atenderemos tus expectativas o necesidades, es una oferta y promesa.

Tienes razón cuando me condenas por no haber superado el asunto de las ostras, lo peor es que no intento resolverlo. Eso si, en cuanto las deguste te contaré. Trescientos cincuenta kilómetros para probar ostras, no hay nada que hacer, te encantan.