(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

sábado, 11 de julio de 2009

Una lección de rock

Las entradas que graciosamente nos dejó en casa Telefónica (de seguro para ablandarnos ante los cinco reclamos fundados que debimos hacer en menos de tres meses) fueron bien aprovechadas, aunque estas llegaron a pocas horas del evento nos organizamos para no faltar. Pudimos acomodarnos a solo cuatro metros del estrado y así ver en detalle todo el espectáculo, en realidad después de hora y media el excesivo calor y consecuente sudor nos hizo replegarnos hasta la barra desde donde terminamos de ver el show. Cuando empezó el concierto estabamos bastante apretados y acalorados, pasada media hora ya el calor irradiado por la efusiva masa de jóvenes era sofocante y nos hacía sudar a "cantaros". Al compas de la música todos agitaban (amos) los brazos marcando el sólido y acompasado ritmo de la banda; camaras y celulares no dejaban de guardar imagenes en sus memorias, sobresalian sobre nuestras cabezas mostrando cada una, en diminuto, la performance de los artistas.

En medio de ese calido y encendido ambiente arremete a nuestro lado un empatado (lease robusto) muchacho, saltando con un brazo hacia adelante, va siguiendo el ritmo de la canción, además vocifera con gran euforia la letra del tema, se distingue del resto por la vehemencia que imprime a sus gestos y movimientos, al cabo de unos minutos desaparece. En el tumulto de la salida nuevamente nos volvemos a cruzar, sigue eufórico pero ahora repitiendo la frase: A ROCK LESSON; A ROCK LESSON.

Cafe Tacuba se presentó en Lima y la rompió, nos brindó tres horas de rock del puro, purito Mexico, rock duro, baladas, rancheras, hip hop o alternativa; fusiones y ritmo que contagiaron de inicio a fin a todos los asistentes; músicos duchos, experimentados, sobresalientes y entregados; acompañados o adornados por una elaborada sucesión de gráficos electronicos en una gran pantalla tras el escenario. Estos "Blue brothers" mexicanos (término acuñado por el suscrito) nos deleitaron y repasaron gran parte de su repertorio, la gente vibraba cantando cada canción, cada estrofa o coro (siempre me sorprende el meticuloso conocimiento de las letras y canciones de los asistentes). El sabroso transito de una balada hacia rock duro siempre lo inicia el bajo y la bateria, la gente que va siguiendo con mesura la melodía se enardece con el potente sonido de la tarola y bombo, ton ton y napoleón, del singular bajo; el manejo del contrapunto ritmico es magistral e imponente, atrapa al público, lo lleva del asombro al deleite casi de manera inconciente, realmente una verdadera lección de Rock nos dejo Cafe Tacuba el jueves pasado en Lima.

4 comentarios:

RBC dijo...

Bien por ello Carlos!

Carlos Caillaux dijo...

Si, buen espectáculo y de seguro mejores recuerdos.

Salud.

markín dijo...

Con quièn disfrutar, es importante... de seguro tuviste buena compañía. Y qué recuerdos asociados habrán llegado.

Cada detalle de un concierto, nos transporta a otros momentos, a cacines cantdas, a movimientos que antaño vimos...a goces ajenos.

Siempre hay mucho en el contemplar, cierto?

Carlos Caillaux dijo...

Buena compañia y mejores recuerdos aunque esta vez disfrute mas la composición musical de los artistas, su "performance".

salud.