(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

jueves, 7 de octubre de 2010

Suscinta reflexión post electoral II

Durante la campaña política desarrollada antes del día de la votación, al momento del proceso y en forma posterior al acto electoral un inusual factor común que se repitió en gran parte del país fue la instauración de crueles e inaceptables actos de violencia, todos hemos sido testigos o tomamos conocimiento de criminales atentados que causaron heridas de gravedad o hasta la muerte de decenas de participantes, candidatos, seguidores y amigos, en algunos casos hasta familiares fueron víctimas. La prensa informó de lamentables destrucciones en locales partidarios, quema de vehículos usados durante la campaña o repetidos enfrentamientos entre simpatizantes de diferentes opciones. En provincias donde la seguridad tiende a ser más frágil los actos de violencia se cometieron  con total impunidad y quedarán como mancha indeleble de las nuevas formas de actuar en política.

Tiendo a percibir que esta escalada violentista tiene una directa relación con el narcotrafico, la mayor y mas peligrosa lacra social en estos días, presumo que fue parte de su delincuencial estrategia para imponer candidatos de sus preferencias además de amedrentar a personas con honestas intenciones. La política se ensucia a pasos agigantados y con una rapidez increíble mientras los funcionarios públicos y autoridades elegidas de todo nivel ignoran los hechos, minimizan la realidad o desvirtuan a quienes propalan este tipo de información.

La falta de voluntad, de acción y convicción de quienes tienen la responsabilidad de corregir estos excesos, de dictar las normas necesarias o ejecutar las acciones que permitan tener bajo control el orden constitucional así como mantener en parámetros aceptables la seguridad ciudadana desalienta, es palpable el descuido o negligencia de estos funcionarios públicos y su desidia o inercia solo acelera el avance de estos elementos, es la delincuencia organizada que empieza a enquistarse dentro del poder en perjuicio de la patria, del futuro de la nación y de nuestros hijos, sin duda de todos nosotros.

Un pronóstico negativo que nadie parece poder corregir o querer asumir el compromiso de cambiar, síntomas inequívocos de un temor que invade la sociedad impidiendo o desanimando la actuación en política a personas de buena voluntad; será quizá que un obsoleto sistema de gobierno es superado con amplitud por el tiempo, la modernidad y una negativa casta social organizada, delincuencial, amoral e impune.

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