(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

domingo, 21 de setiembre de 2008

El flaco Navarro

En la segunda mitad de la década de los setenta el negocio que sirve de sostén a mi recién formada familia se haya en franco deterioro, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada que en ese momento cumple siete de un total de doce años de gobierno no encuentra mejor alternativa que cerrar la Refinería Conchán frente a la playa del mismo nombre, sin previo aviso, aduciendo supuestos problemas de costos de producción y rentabilidad cierra la planta ubicada frente al litoral en el Km. 29 de la Panamericana Sur, esta imprevista decisión daña a innumerables empresas que trabajan en la periferia o tienen vínculos directos e indirectos con ellos, uno de los perjudicados fue la estación de servicio y combustibles que tuve en concesión desde el año 1967; la firma Conchán Chevrón me entrega un grifo en la vía libre al lado de la refinería, su principal actividad depende de manera directa de los vehículos que ingresan a recoger los productos que elabora dicha planta, la suspensión del trabajo asfixia a muchos negocios y este pequeño servicentro al lado de la refinería es uno de los primeros en sentir el "golpe", al final se devuelve la estación y empiezan momentos complicados para nuestro bisoño núcleo familiar.

A raíz de estas dificultades conseguí trabajo en la empresa Vitasa, fábrica de alimentos balanceados para la industria avícola; el inestable mercado de esos años obliga a las diferentes empresas de este rubro a criar pollos de carne en asociación con granjeros, compartir riesgos e utilidades para sobrevivir los difíciles e impositivos momentos del país. Una continua labor durante los 365 días del año, sin dejar de trabajar sábado y domingo, con horarios que iban desde las cinco de la mañana hasta la media noche; si, fue muy agotador pero también debo reconocer que bien remunerado. Es en esta empresa donde me vinculo con el flaco Enrique Navarro, personaje querido y engreído por todos lo que laboramos ahí, el aprecio general era evidente, desde el vigilante de la puerta de ingreso hasta el propietario tenían un especial afecto o consideración hacia él, su don de gente y sencillez eran suficiente argumento para ser querido por todos, su carisma o sensibilidad personal era palpable. Trabajamos varios años aquilatando buena "vibra" y mutua estimación, luego el tiempo siguió su curso, la empresa tuvo que cerrar y cada quien buscó nuevos rumbos. Veinte años después me vuelvo a topar con Enrique, su domicilio en Santa Clara está a pocas cuadras del mio y con cierta frecuencia, en las mañanas nos cruzamos e intercambiamos saludos, conversamos algunos segundos, gastamos algunas bromas o refrescamos el tiempo ido.

El fin de semana que pasó un común amigo me anuncia la sorpresiva muerte de Enrique, una leucemia fulminante terminó con su vida; fue un shock, me sorprendió y causó mucha tristeza, hace menos de veinte días nos encontramos, conversamos por un momento, su semblante y humor era normal, imposible predecir o vislumbrar algún mal enquistado en su organismo, prefirió mantener su privacidad y solo mostrar su lado cordial, amistoso o amable, como era él, como siempre lo fue y será recordado; descansa en paz, amigo.

6 comentarios:

markín dijo...

Amistades que dejamos al paso, que vamos recordando a medida que algo nos acerca a ellos.

Sensación de verles bien estando mal. Elección de cada uno. Elección al fin y al cabo.

Sentirlos irse, no saberlo ¡? ambas fases tienen sus emociones.

Veía morri a mi tío, mis vecinos... sorpresa, fue atropellado. Y emergen todas esas cosas que se vivieron de modo directo o indirecto.

Cómo nos verán los otros.

Recordé que hace poco ví una película en que mostraban un sepelio en vida. Una muerte anunciada por enefremedad y todos salían a manifestar sus emociones estando el hombre presente.

Quizá fue feliz.

Carlos Caillaux dijo...

Las personas dan lecciones con su comportamiento, nos muestran la esencia de su ser sin necesidad de realizar ningún artificio, es natural y espontaneo, carisma o química le dicen, y no muchos son los elegidos que irradian esa energía.

Saludos.

Susana Peiró dijo...

Hace casi un año, perdí a una querida Amiga por la misma enfermedad.

De manera semejante a Enrique, me mostró su mejor humor, su "normalidad" y recién cuando falleció, el esposo se sintió autorizado para hablarme de la leucemia.

El dolor todavía está. Entiendo muy bien el tuyo.

Mi abrazo!

Carlos Caillaux dijo...

Enrique no llegó a ser de esos amigos íntimos que frecuentas o se vuelven parte de tu vida sin embargo cuando lo encontré después de mucho tiempo la "química" seguía fluyendo de la misma manera, sin límite. Era de esas personas que puedes dejar de ver muchos años pero en cuanto te reencuentras sientes que siempre estuvo contigo.

Anónimo dijo...

Seguirá viviendo en el corazón de los afectos

Saludoss

Carlos Caillaux dijo...

Y será referente de lo que debemos, podemos y como siempre intentaremos ser.

Saludos rbc