(Disculpandome por los horrores gramaticales propios de un aprendiz de escribidor)

viernes, 2 de enero de 2009

Sesenta años

A pesar de mantener una inexplicable, oscura ofuscación que me dificulta escribir desde la primera semana del último mes del año que terminó, que me hace persistir en una constante obstinación de rechazar o desestimar mi presencia tanto física como mental frente al monitor para elaborar algunas lineas, que alimenta este empecinamiento de seguir mis adversos sentimientos para desatender el blog, la rutina diaria frente al ordenador, los correos electrónicos, diarios en linea, juegos y páginas que frecuento(aba) debo reconocer que el tema cuyo título ocupa este "post"no solo facilitó sino hasta impuso el regreso, agilizó una forzada reincorporación de este escribidor frente a su teclado.

Desde nuestra niñez formamos vínculos con diferentes personas, en el colegio, barrio o trabajo, en alguna actividad personal o social, hobby, deporte o hasta en los espacios de ocio; algunas de estas relaciones perduran en el tiempo y gravitan de forma concreta en nuestra vida pero son pocos los que nos acompañan durante prolongados periodos, otros más se pierden en el tiempo o mantienen un intermitente enlace. Los escasos nombres que puedo incluir entre los vitalicios tuvieron presente mi onomástico, incluso dos de ellos llamaron desde el extranjero donde viajaron con motivo de las festividades del cambio de año, simpático y reconocido regalo que recibí de estos leales amigos.

Sobre esta casta particular, encima de la riqueza espiritual que brinda esta conexión personal esta la familia; siempre con nosotros, pendientes y atentos respecto a nuestro discurrir por la vida y proclives a dar o recepcionar el respectivo soporte cuando una circunstancia, situación o momento requiera, que mejor regalo para este nuevo adulto mayor que contar con la característica familiar por describir padres vivos en estado saludable, hijos con logro social y económico e incluso pequeñines en proceso de educar, hasta una nieta (Valeria) ilumina la exigua existencia e indeterminado futuro del suscrito.

Sesenta años genera diversas reflexiones, hay de los que necesitan sentirse jóvenes y estimulan la edad como un estado mental, de los que reconocen y aceptan el literal paso del tiempo y por supuesto de quienes ni se ocupan del tema o lo visualizan sin preocupación, me parece que debemos transitar entre las tres definiciones o buscar el equilibrio necesario para satisfacer nuestro ego y vivir en paz con nosotros mismos, aprovechar los beneficios inherentes a la edad sin dejar de intentar que aflore el niño que llevamos dentro, es decir vivir a plenitud agradeciendo lo que ya recibimos y sin perder estímulo por lo que aún podemos lograr o hacer.

Hoy la rapidez con que evoluciona la sociedad en todo el mundo es inmanejable, lo que en nuestra juventud eran muestras de rebeldía ahora son derechos adquiridos; el respeto y valores cívicos de mediados del siglo pasado actualmente resultan rancios o atrasados; el valor de la persona se diluye entre estimaciones de orden mediático o de grupos organizados, la tecnología y globalización difumina, desvanece o desdibuja la importancia o vigencia del ser humano. Quizás es momento de buscar nuevos rumbos, pensantes que orienten su esfuerzo hacia conceptos referidos a revalorar la persona, al ser humano.




4 comentarios:

jenelvi dijo...

Felices 60 años Carlos!!! Eres un adulto mayor pero con el espíritu eternamente joven.
saluditos.

Carlos Caillaux dijo...

Jeny, gracias por el saludo y la calificación que me parece algo estereotipada pero certera, por lo menos eso creo.

Saludos y un feliz año 2009.

RBC dijo...

Feliz cumplemenos Carlos y avanti!!!

Carlos Caillaux dijo...

RBC, empezamos con optimismo y pronóstico favorable. Feliz año para tí y familia.

Saludos.